Programa Educativo

Introducción

Nuestros proyectos se desarrollan en el ámbito de la educación no formal, con el objetivo de promover la experiencia de reflexión y el intercambio de ideas para construir los principios reales necesarios en el pensar, el hacer y el quehacer de las artes.

Buscamos orientar a los artistas mediante la utilización de herramientas prácticas, producto de la experiencia, que puedan usar y desarrollar en su camino profesional.

El Programa Educativo toma en cuenta los distintos ejes de acción y pensamiento desde los cuales podemos acercarnos al arte: producción, teorización, presentación, exhibición, curaduría, crítica, restauración, docencia, divulgación, coleccionismo, entre otros.

Trabajamos en cuatro proyectos paralelos

  • Encuentros
  • Seminarios
  • Investigación
  • Publicaciones

Encuentros

Enfocados a creadores en proceso de formación. En este espacio se facilita el acercamiento con expertos que tienen un camino recorrido en su ámbito, con el objetivo de promover el vínculo e intercambio de experiencias y saberes teóricos y prácticos útiles en la construcción de una práctica profesional

De 2014 a 2020, se realizaron 253 encuentros beneficiando a 3625 artistas y gestores de la cultura en proceso de formación. Se ha contado con la participación de más de 250 profesionales del arte de distintas especialidades: galeristas, curadores, asesores legales, diseñadores, críticos de arte, museólogos, artistas, académicos, gestores y promotores culturales, quienes han contribuido generosamente en la creación de un diálogo abierto con los artistas.

Seminarios

Enfocados a creadores en proceso de formación. El seminario aborda un tema específico y es coordinado por un especialista en la materia, quien aporta a los participantes una metodología y una serie de herramientas prácticas. Cada seminario tiene una duración de doce horas y se otorga a quince participantes seleccionados por convocatoria de la Fundación, de acuerdo con su perfil e interés.

Investigación

En torno a crítica, teoría e historia del arte y todo aquello que sea de interés y aporte al pensamiento y discurso del arte contemporáneo.

Publicaciones

Son una extensión impresa de las actividades que realiza la Fundación Javier Marín en torno a la aproximación, reflexión y profesionalización en las artes plásticas y visuales.

Los títulos que componen la Colección Puntal-Fundación Javier Marín están pensados como instrumentos y material de apoyo para artistas emergentes, investigadores del medio de las artes, antropólogos culturales, académicos, gestores y promotores, entre otros; son herramientas útiles para desarrollar diversas habilidades en la vida profesional. A la fecha hemos publicado seis títulos, de los  cuales los primeros tres pueden ser descargados de manera gratuita.

Plantel Matilde

Plantel Matilde, diseñado por el artista mexicano Javier Marín, se ubica en Sac Chich, Yucatán, en un terreno antiguamente dedicado al cultivo de henequén. Este taller fue concebido como un lugar de inspiración y meditación, además de un estudio de escultura. La construcción estuvo a cargo del Arquitecto Arcadio Marín.

La monumentalidad de Plantel Matilde, con su base cuadrada de 70 metros y techos de 12 metros de altura, responde y satisface dos necesidades: por un lado, albergar armoniosamente las esculturas de gran formato de Javier Marín, y por otro, funcionar como un observatorio con una vista de 180 grados, un guiño a los antiguos habitantes mayas de la península, destacados astrónomos.

Plantel Matilde es una obra que concuerda con los postulados estéticos de Javier Marín. Al igual que su obra escultórica y pictórica, aquí están presentes las ideas de proceso y accidente, la huella que el paso del tiempo deja en la obra, la intervención del otro, la huella. Plantel Matilde es una obra en continuo progreso, una escultura funcional, desprovista de ornamento, que dialoga con el artista y su obra, con su entorno y el tiempo, que deja su pátina en su superficie.

Con el fin de incidir en el desarrollo cultural de la comunidad de Sac Chich y sus alrededores, Plantel Matilde se puede visitar en días y horarios específicos.

Más información: [email protected]

Fotógrafo: Andrés Cedillo

Plantel Matilde: Transitar la Obra de Arte

Carmina Estrada.

A Plantel Matilde se llega por una brecha abierta desde un portón a pie de calle en la localidad de Sac Chich, municipio de Acanceh, Yucatán. Al terminar el recorrido entre árboles maderables y arbustos nativos, el camino se abre a un amplísimo claro en la vegetación de selva baja. Ahí, en medio del descampado, los ojos atestiguan, no sin cierta incredulidad, la presencia de un edificio imponente y a la vez silencioso, integrado al entorno de dzidzilchés, jabines y ceibos, y que en un primer atisbo refiere tanto a la arquitectura clásica como a la prehispánica.

 

La idea de construir y vivir este espacio se remonta al año 2010, cuando el artista mexicano Javier Marín llegó al estado de Yucatán en busca de un lugar alternativo que le ofreciera tranquilidad e inspiración. Y lo encontró a menos de 30 kilómetros al suroeste de la ciudad de Mérida, en los terrenos de un antiguo plantel henequenero. La zona, el paisaje y el aislamiento funcionaron como catalizador para cumplir con una asignatura pendiente en su quehacer artístico: la realización de una obra arquitectónica. Un deseo incubado, quizás, gracias a aquellas maquetas, dibujos y perspectivas con las que creció en la casa de su infancia y que eran obra de su padre, el arquitecto Enrique Marín López. Décadas después, el artista Javier Marín proyecta Plantel Matilde, su opera prima arquitectónica, en complicidad con su hermano, el arquitecto Arcadio Marín.

 

La vocación escultórica del artista está, desde luego, presente en la proyección de Plantel Matilde. El espacio, leitmotiv de la disciplina arquitectónica, también resulta vital en la planeación de la escultura pública. A lo largo de su carrera, Javier Marín ha realizado distintos ejercicios de intervención del espacio físico en México y el extranjero, instalando composiciones escultóricas en plazas públicas; piezas de gran formato que replantean la percepción del lugar que tienen quienes lo transitan cotidianamente. Javier Marín construye así recorridos de ida y vuelta donde el espectador se vuelve partícipe de la relación entre espacio público y arte contemporáneo. En el caso de Plantel Matilde, el artista extrapola esta idea a una escala en la que el espectador es ahora el usuario, quien hace este recorrido entre arquitectura y escultura y transita/habita la obra de arte.

 

La escala monumental de Plantel Matilde, con una planta cuadrangular de 70 metros de lado y una altura de 12 metros de piso a techo, responde y satisface dos necesidades: por un lado, alojar de manera armónica las esculturas de Javier Marín, de gran escala, y por el otro, funcionar como observatorio con un techo-terraza que se alza más allá de las copas de los árboles, un guiño a los antiguos pobladores mayas de la península, destacados astrónomos. Así, un mirador ubicado en el techo permite una visual de 360 grados y una observación continua del firmamento.

 

Plantel Matilde es, materialmente, una obra de concreto y agua. El primero le confiere fuerza y resistencia y su uso facilitó la construcción en medio de la selva. El segundo elemento, integrado a manera de espejos de agua que replican luces y sombras, tiene una intención estética y a la vez funcional, como regulador de las altas temperaturas de la región. El cuerpo de agua que circunda la edificación rememora en un primer vistazo la arquitectura militar medieval y sus fosos de protección, usados esta vez como una contención de fauna. Sin embargo, el agua, elemento primordial en la cosmovisión maya, trasciende esta primera idea de aislamiento para asentarse también en el centro de la construcción, en una suerte de claustro líquido que a su vez alberga una isla central en la que se conserva el terreno y la flora original. De esta manera, la utilización de agua en el exterior que se continúa en el interior confiere al edificio una cualidad de ligereza ¾como si flotara¾ que contrasta con la solidez del material empleado en la construcción.

 

La parte frontal la constituye una galería en escuadra. Presenta una sucesión de amplios vanos y altas columnas articuladas en un hermoso ejercicio rítmico que extiende el espacio perceptible. La galería está rematada en los extremos por los accesos a dos largos salones laterales unidos también en escuadra y que replican, como en un efecto de positivo/negativo, el ritmo de las galerías con sus muros y ventanas. Mientras estas áreas, de gran escala, pueden fungir como talleres o espacio de exposición de obra, las entrañas del edificio cumplen con la función habitacional, propiamente dicha. En ambos extremos de la fachada, por una sencilla escalera se accede a la zona destinada a albergar a artistas en residencia. En esta área, con un aire monacal congruente con la sobriedad del proyecto, una serie de celdas-dormitorio se aglutina a partir de un espacio de convivencia.

 

De nuevo en la superficie, una escalera más amplia desciende desde el nivel de piso hacia la sección privada, un espacio habitable para el artista, sencillo y confortable, desde el que se accede a la piscina, excavada discretamente también a nivel de piso, de modo que nada interfiera el ritmo y la ascética visual de la fachada. En estos subterráneos, tanto en el ala de la residencia como en la vivienda del artista, la parte superior de las paredes de piedra vista presenta aberturas a modo de ventanas ubicadas ligeramente por encima del nivel del espejo de agua circundante, lo cual hace que el aire refrescado por el agua circule en ventilación cruzada por espacios abiertos. Esto confiere al espacio habitable una frescura que hace innecesaria la ventilación artificial, acorde con la intención del artista de reducir al mínimo el impacto ambiental.

 

Plantel Matilde es una obra congruente con los postulados estéticos de Javier Marín. Al igual que en su obra escultórica y pictórica, están presentes aquí las ideas de proceso y accidente, la marca que deja el paso del tiempo en la obra, la intervención del otro, la huella. Enclavado en medio de la selva yucateca, se trata de un continuo trabajo en proceso;  una obra plástica con influencias tanto prehispánicas como clásicas, y también una abstracción de la arquitectura decimonónica en la península, de esos cascarones de hacienda que guardan la memoria del auge henequenero, y cuyos espacios abiertos, a decir del artista, han acumulado la huella de siglos y se pueblan con vegetación y vida. Plantel Matilde es una escultura funcional que, despojada de ornamento, dialoga con el artista y su obra, con el entorno y con el tiempo que deja en ella su pátina.

Trabajo comunitario en Sac Chich, Yucatán

Para atender el rezago en algunas comunidades, la Fundación Javier Marín creó en 2019 un espacio comunitario de innovación y producción cerámica que tiene como objetivo generar ingresos adicionales a las familias que habitan la localidad rural de San Antonio Sac Chich, una comunidad sumergida en la selva baja de Yucatán.

 

Los integrantes del Taller de Barro de Sac Chich han aprendido de Javier Marín y varios expertos los secretos del barro para crear piezas únicas hechas a mano.  Se incentiva la libertad de creación de cada participante, con el fin de que el mismo artesano descubra su propia creatividad.

 

Hoy, el Taller de Barro funciona como un laboratorio de encuentro y colaboración autosustentable, cuyo propósito es enseñar un oficio y contribuir a mejorar su calidad de vida de las familias que habitan Sac Chich, con la meta principal de crear independencia financiera en las personas que integran el taller.

 

Actualmente, la Fundación Javier Marín da un acompañamiento al taller de producción en temas de calidad, logística, administración y difusión de su labor. Para seguir potenciando los esfuerzos alcanzados y visibilidad del Taller de Barro, se está adaptando un segundo taller con el fin de que el público interesado pueda tomar una clase o realizar una residencia artística. Este segundo taller estará abierto al público a finales de 2025.

 

En los últimos años,  la Fundación Javier Marín ha impulsado nuevos talleres para incentivar la práctica de oficios: como el bordado; y transmitir las tradiciones de la comunidad: como la jarana, baile típico de la península de Yucatán.

 

La Fundación Javier Marín invita a hacer conciencia sobre la elaboración de proyectos que beneficien a comunidades a través del arte. Contribuir con esta plataforma es apoyar una propuesta solidaria que beneficia a una comunidad vulnerable.

Fotografía: Andrés Cedillo